"Hace poco estuve hablando con un príncipe. Se llama Dimas
Luna, pero sus amigos, a veces, lo llaman Dimas Moon. Yo creo que desciende de
papas aunque su estirpe no viene de tierras valencianas sino de los secadales
de Toledo. Poco importa: lleva en su sangre la benignidad e cierto Vaticano ya
perdido y como tal se comporta, ya sea con sus amigos, con sus clientes o con
sus empleados. Por otra parte, su curiosidad es inagotable: que yo sepa nunca
estuvo en la universidad y puede manejar, durante los veranos relucientes de
Blanes, más de cuatro idiomas e incluso ahora, con la llegada del turismo ruso,
chapurrea algunas palabras en la lengua de Pushkin, quien sin duda se
revolvería en su tumba si lo oyera. Su ángel tutelar es el Mediterráneo. Su
mayor afición, el cine. Durante una época fue inventor de los cócteles más
extraños. Creo que incluso llegó a ganar un primer premio en una competición en
Lloret de Mar con un combinado en donde había vodka, leche y algún licor dulce
y más cosas que no recuerdo y que estaban allí únicamente para embellecer el
preparado. Con Dimas Luna en Blanes sé que nunca nadie va a estar completamente
solo. El espíritu incorrupto del tabernero español vive en él: vino al mundo
para pasárselo bien y para hacer bien, no para joderle la vida a nadie."
In: Entre paréntesis página 128
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